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La desigualdad entre hombres y mujeres, basada en las oportunidades, beneficios, condiciones laborales, académicas, culturales y de otras índoles, es un fenómeno social que tiene sus orígenes en siglos anteriores. Por cuanto se han establecido normas que desplazan a la mujer a oficios asociados únicamente a ellas, como son la atención de los niños en casa y a las actividades domésticas, las cuales, determinaron cierta asimetría con las permitidas para el hombre. En este artículo, realizaremos una serie de recomendaciones para fomentar la equidad de género en la educación.
De acuerdo a muchos estatutos, leyes y principios internacionales, la equidad o igualdad de género, es el reconocimiento de que tanto hombres como mujeres tienen los mismos deberes y derechos ante un Estado, organismo o comunidad.
En ese sentido, puede considerarse que debe existir consonancia en las oportunidades en el ámbito académico, social, cultural, económico y doméstico para ambos géneros. Así como el respeto mutuo, la dignidad, el trato justo, la cooperación y la afectividad, son términos que deben ir incluidos para que tanto hombre como mujer, sean visto como iguales en la sociedad.
Cabe destacar, que este principio se instituyó en muchos ámbitos de la vida y la sociedad, por lo que vemos la equidad de género en la educación, en la salud, en lo laboral, en lo cultural, entre otros.
Es la perspectiva que considera las distintas oportunidades que existen para hombre y mujer, es decir, pese a que estos tienen deberes y derechos ante el Estado, se les asignan distintos papeles sociales, aspectos que influyen en el desarrollo de la sociedad.
Asimismo, se asocia el género a las diversas características de la vida económica y social, a lo cotidiano, y en general, a la privacidad de los individuos. Esto resulta determinante de las funciones del sexo o de la percepción que la sociedad tiene de él.
En consecuencia, desde el punto de vista laboral, a la mujer se le desplaza a las actividades asociadas al hogar, al mantenimiento del mismo y al cuidado de la familia, sin remuneraciones, pese a que se considera trabajo productivo. Mientras que al hombre, se le ha dictado la tarea de desempeñarse en otros ámbitos, y por lo tanto, alejado de las actividades domésticas.
El enfoque de género sugiere, que ambos géneros pueden y tienen responsabilidades en la atención del hogar y cuidado de la familia, al tiempo, que pueden desempeñar funciones en el campo profesional.
En muchos países se han realizado reformas del currículo nacional escolar, para que estos presenten un eje de transversalidad en cuanto al enfoque de género, que permita a las niñas y niños tener las mismas oportunidades en las distintas áreas académicas dentro y fuera de la escuela.
Estas decisiones, se deben a que en muchas instituciones educativas, se imparten clases de acuerdo al género, y esto promueve la discriminación, la subestimación entre ambos géneros. Por ejemplo, existen talleres de cocina en los que solo se incluyen a las niñas, cuando los niños también tienen el mismo derecho de aprender sobre gastronomía.
En general, vemos aspectos asociados en educación física, donde las niñas son vista como el “sexo débil” y que no puede desempeñar deportes considerados solo para los niños.
A fin de minimizar la discriminación y fomentar la equidad de género en la educación, resulta sumamente necesario impulsar la igualdad entre niñas y niños, para romper con estereotipos y ver nuevos avances en la sociedad. Para ello, se recomiendan estrategias como:
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